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SELECCIONE

“Ellas llevan en sus pechos nuestros rostros”

Carlos Satizabal de Bogotá, Colombia.

Desde antes del vuelo de los zamuros ellas vienen a nuestra fiesta.

Visten de vivos colores, traen aguardiente y comida y cantan los antiguos cantos que alegran el camino.

 

Algunos decidimos no partir. Otros que partieron, ya regresan.

Todos queremos estar aquí y recibir a los que llegan.

Y estar con ellas, comer con ellas, cantar con ellas.

Otros no sienten ni cantan ni parten ni regresan. Nada.

Quizá tampoco sientan el vuelo.

 

Somos pájaros ahora. Unos cantamos. Otros bailan y cantan su baile. Pájaros sagrados.

Antiguos cantos de aves sin nido y sin tumba levantan nuestras cabezas

y elevan nuestros picos al cielo del vacío.

El cielo grita: y se llena de cantos y gritos la montaña,

florecida de muertos y cuerpos sin sus almas del día.

Cada vez llegan más y más. Innumerables, amados, marchan hasta los sitios de las matanzas anunciadas.

 

Estas flores crecen con el agua de tus manos y con ellas cantamos los cuerpos

y los pedazos de los cuerpos. Y bailamos como pájaros los cantos de los cuerpos ausentes

y en la danza desaparecemos con ellos, de nuevo.

Ven amor, canta y teje coronas con las flores de mis lágrimas.

Lágrimas de maíz y amaranto, lágrimas de plumas y picos brillantinos de pájaros perdidos.

Hay un abismo en estos cantos: ellas hacen la fiesta del dolor sin nuestros cuerpos.

Alumbran unos zapatos, un pantalón, una camisa. La ropa que vestimos el día anterior a desaparecer.

Unos somos apenas pedazos. Otros un aura de luz.

¿Dónde está tu cuerpo, dónde está mi cuerpo, dónde el suyo, hermano, hermana?

Ellas bailan y convierten su dolor en fuerza y en fiesta. En acción. En poema.

Miramos el horizonte en cenizas y esperamos la llegada de los últimos, los que perdieron el camino.

Unos llegan sin nada. Estoy sin mi brazo, se oye en el murmullo. Vengo sin mi pierna.

Otro dejó sus huesos al sol en el sitio mismo de la mala muerte, alma sin cuerpo, llega.

En antiguo esta algarabía de pájaros y muertos que cantamos sin tumba

iba y venía entre la tierra y el cielo y nuestros brazos y piernas destazados y sus auras azulosas,

eran estrellas.

En antiguo nuestros cuerpos fueron constelaciones, luces de la noche cósmica que anuncian

las fundaciones y el destino. Hoy cantamos sin huesos. Ni alas. Ni vuelo. Ni cuerpos.

Desde antes de este vuelo de zamuros ellas vienen a nuestra fiesta. Visten de vivos colores,

traen aguardiente y comida y cantan los antiguos cantos que alegran el camino.

Somos pájaros inventando las alas con el canto. Pero el canto se rompe en la niebla y los abismos.

Ellas quizá lo sienten pero siempre vuelven con músicas y flores y canciones.

Y en los pechos los retratos de vivos colores de cada uno de nosotros, de cada una de nosotras

cuando aún teníamos rostro.

 

 

La desaparición, tortura y asesinato de Nydia Erika Bautista
 (30 de Agosto de 1987)

Primer Concurso de Poesia Nydia Erika Bautista:

" Versos Contra el Olvido, La luz de su mirada"

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